manejar y tolerar la frustración se aprende desde pequeño, y depende en gran medida de lo que los padres hagamos.
Cuando un niño presenta baja tolerancia a la frustración, en parte será debido a los aprendizajes que haya tenido y en parte a su carácter. Por eso es fundamental tener claro como padres que la frustración es un 'mal necesario' y que los niños tienen que saber gestionarlo.
Si el niño consigue siempre o casi siempre lo que quiere cuando lo pide, o tras una rabieta obtiene lo que deseaba o se libra de lo que no quería, o si le evitamos cualquier tipo de sufrimiento, (porque nos da pena verle pasarlo mal, porque no queremos que sufra, o por no escucharle más...) no le enseñamos a manejar sus emociones y mucho menos sus conductas.
Por esto es fundamental enseñar a los niños a tolerar la frustración desde pequeños y para ello los padres debemos tener claras una serie pautas:
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